Liberato Tucto obstinado en que su coca lo revelara
que suerte había corrido su hija Faustina raptada hacía un mes por un
mozo del pueblo llamado Hilario Crispín.
En la casa de Tucto, un día apareció de repente la figura de un hombre y traía
en su espalda , que luego abrió y dijo, acá traigo a tu hija hecha pedazos, no
te dejo el saco porque puede servirme para ti y luego desapareció.
Juan Jorge era el más respetado matador, y a él acudió Tucto, para vengar la
muerte de su hija y le ofreció al mercenario darle cuatro toros y le exigió que
lo matara de diez balazos. Cuatro días después empezó la persecución y
encontraron a Hilario en una quebrada y empezó la disputa en un campeonato de
muerte, empezó Juan Jorge a disparar hasta que la décima bala le penetró en el
oído y le destrozó el cráneo. Él viejo Tucto con su cuchillo le sacó los ojos y
la lengua, el mercenario le sacó el corazón y se le comió para aumentar su
valor y ferocidad.

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